Escuelas Olvidadas

Al costado de la Ruta Nº 20, a escasos kms. de Sarmiento, se encuentra la Escuela Nº 135, San Ignacio de Loyola.

Camino a El Maitén, en el Paraje El Coihue, detrás de una vieja construcción que la hace pasar desapercibida a la vera de la Ruta Nº 70, está la Escuela Nº 58, Santa Rosa de Lima.

En Leleque, después de traspasar el Portal de la Estancia Benetton, cruzar por el casco de la misma y tras recorrer un angosto camino pedregoso de pronunciadas curvas, en el vallecito regado por las aguas del Arroyo Leleque, está la Escuela Nº 90 o la 90, como comúnmente se la nombra, porque ningún santo/a, como en las otras dos, vino a auxiliarla y a ponerle su nombre.

Escuelas de Tercera Categoría con directores a cargo de grado. En estas Escuelas, Guillermo, Gretel y Marita se reparten entre enseñanzas y tareas administrativas. Entre necesidades esenciales como la falta de agua por la contaminación del pozo de agua potable, el primero; la ausencia de apoyo para las necesidades especiales educativas, la segunda; y la soledad y el abandono de Marita y sus cuatro compañeras, dos docentes, una portera y una cocinera.

¿Cuál es el destino de estas Escuelas? ¿Qué quiere hacer el Ministerio de Educación con ellas?

Tal vez dejar que con el paso del tiempo se pierdan y aquellos chicos y chicas que hoy reciben educación en su lugar, arraigados a su propio espacio decidan, junto con sus padres, o se vean obligados, en definitiva, a dejar la tierra que los vio crecer y pasar. Entonces, serán un número más que se sumará a los desarraigados, a los que en su lugar no encontraron las mismas oportunidades. Notablemente, siempre el gobernador dice lo contrario en sus discursos.

Allí, de la única igualdad de la que se habla es respecto del día anterior, es decir, todo está igual que ayer. No hay igualdad de oportunidades con respecto a otros centros de educación, nadie pasa, de nada se enteran (ni del concurso de ingreso a la docencia, menos de los cursos, en algunos casos), sólo bajan órdenes.

Y allí sí pasan cosas, como siempre, gracias a los maestros y al equipo que, trabajosamente, forman los directivos con sus docentes con los que van “para adelante”, pese a todo. La invalorable tarea de enseñar y aprender, de cultivar hábitos y difundir valores. En la soledad de Marita y sus compañeras, de lunes a viernes, son asistentes sociales, juez de paz, médicos, además de maestros.

En los largos mesones de la Escuela Nº 58, las chicas y chicos comparten la comida de otro día más, de una espera más de un esperanzador nuevo día en el que alguien se ocupe específicamente de sus necesidades educativas diferentes, donde, tal vez, como en los anteriores, los chicos y chicas no sigan trayendo botellas de agua porque hoy solucionaron su problema, como en la escuela Nº 135.

Escuelas en las que, además, los Directores puedan cumplir con su específica función y no dos funciones en una, por la misma remuneración.

Seguramente, hay otras Escuelas como éstas, la Nº 60 y otras. Se trata de toma de decisiones por parte de quien le corresponde, para cambiar el mañana y hacer un día nuevo bajo el sol.